La familia Álvarez García, que forma parte del programa de Planificación de Futuro desde 2011, nos explica sus vivencias en tiempos de confinamiento. Antonia, Rafael, Adrián y Elisabeth son unas personas muy activas que se han organizado para realizar las tareas cotidianas y compartir actividades de ocio que les ayudara a sobrellevar esta situación.
Rafael ha sido el responsable de ir a comprar y se ha encargado de proveer los productos que necesitaba la familia. Antes de cada salida iba ataviado con todas las medidas de protección para reducir al máximo el riesgo de contagio. También le tocaba hacer algunas tareas de casa y, de cuando en cuando, preparaba la comida porque le encanta cocinar.
Antonia no ha salido durante todo este tiempo porque si “se tenía que poner alguien enfermo, al menos que fuera solo uno de la familia”. De esta forma, ella garantizaba que podía seguir apoyando a sus hijos y a su suegro. Incluso durante la fase 2 seguía restringiendo al máximo sus salidas. Pero, como es una persona muy solidaria, tenía la “necesidad de hacer algo para ayudar a la gente” y, ya en las primeras semanas, encontró la forma de colaborar cosiendo mascarillas. Buscó materiales que tenía en casa y encontró diferentes alternativas: tela, bolsas y también hizo un modelo con filtro. Toda una artista! Rafael nos comenta que distribuyó mascarillas a una gran parte del vecindario.
Una vez a la semana, Adrián se encontraba virtualmente con sus compañeros del Servei Ocupacional d’Integració de la Fundació Badalona Capaç. En estos encuentros compartían experiencias y realizaban algún taller. Ahora está haciendo uno de cocina. La familia está encantada porque Adrián les prepara el menú un día a la semana, como mínimo.
Elisabeth ha mantenido durante todos estos meses el contacto virtual con sus compañeros de piso y sus amigos de la Asociación Catalana de Espina Bífida e Hidrocefalia. En las reuniones hablaban de los asuntos que les preocupaban y aprovechaban para imaginar las salidas que podrían hacer cuando se superara la pandemia, incluso llegaron a planificar las actividades de ocio que les gustaría llevar a cabo en sus vacaciones. Este año, tenían planteado ir a Cádiz, pero ya les han confirmado que no será posible. Elisabeth, dice que “no pasa nada, si no puede ser, pues otro año será”.
Además, la familia dedicaba algunas tardes a construir una casa. Adrián, que es muy hábil con las manualidades, propuso fabricar una casa de cartón y con la colaboración del resto de la familia se pusieron manos a la obra. En la entrevista, nos comentaban, entre risas, que, como no había planos, han ido construyendo sobre la marcha y todavía les quedan muchos detalles para acabarla. Pero si vemos las fotos que nos han enviado, nadie lo diría, incluso han puesto un jacuzzi en la azotea. Todo un lujo.
Antonia y Rafael aseguran que todavía es pronto para ser conscientes de todo lo que les ha aportado el confinamiento. Destacan que en estos meses han aprendido lo importante que es estar todos juntos y, por supuesto, estar bien de salud. Por ese motivo, han hecho todo lo posible para evitar el contagio y proteger a la familia.